Palabras pronunciadas el día de la apertura, 7 de septiembre, en los zazenes de la mañana:
Primer Zazen (meditación zen). 7h.
El Templo
Hoy nuestra presencia aquí santifica este lugar. Hemos construido este lugar, con el profundo ideal de que se convierta en un templo.
Es el lugar donde el sutil canto silencioso del dharma se puede manifestar, donde nosotros y los que vengan, podamos nacer completamente a una vida más plena.
De este lugar, de la práctica en este lugar, de la atmósfera de este lugar, del espíritu de este lugar, cada uno de nosotros somos el máximo responsable.
Santificar y vivificar este lugar, es santificar y vivificar nuestra vida, nuestra práctica, este es el ideal y el sentido de un templo, del dojo.
El maestro Saikawa, cuando pintó e hizo tallar las caligrafías que nos regaló, en la primera (que es la que hay en la entrada de la puerta que marca el lugar) escribió: “La montaña de los innumerables iluminados” (de los innumerables santos). Es un ideal enorme, es un ideal enorme para cada uno de nosotros, es un buen regalo tener claro lo que representa este ideal. Aquí y ahora podemos y debemos realizarlo.
En la segunda caligrafía (que está en la entrada del dojo) está escrito el nombre del templo: “Shingetsuji, el templo de la luna nueva”, del despertar nuevo a cada instante.
La práctica de realización de la vía es aquí y ahora. El camino se nos abre a cada momento, aquí ante nuestros pies.
Aquí y ahora, aquí y ahora, aquí y ahora, famosa frase. Aquí y ahora la luna nueva, despertar a nuestra vida a cada instante.
La tercera caligrafía, que está al fondo del dojo a la izquierda, marca el lugar de los ancestros inmediatos, los fundadores del templo: Maestro Deshimaru, Étienne Zeisler, Saikawa Roshi, ellos están en las raíces de este lugar, de esta práctica.
En ella está escrito: “La habitación de la transmisión de la paz”. La paz del espíritu, la paz del corazón, donde ya no hay más lucha, más allá de la dualidad y de la oposición.
Abrir el corazón, pacificar el corazón, esta es nuestra práctica, Shinjin datsu raku: abandonar cuerpo y espíritu y la paz aparece.
Deseo fervientemente que este lugar se convierta realmente en un templo, todos nosotros somos artífices de este milagro. Y deseo fervientemente que sea una ayuda para nuestra práctica, para nuestro camino y para los que vendrán.
Y en este día que entramos en estas montañas, la ceremonia que ofrecemos, todo lo que hacemos, está recubierto de profundo sentimiento de gratitud por haber nacido seres humanos y encontrar la vía.
Segon Zazen. 11h .
La comunidad, la sangha.
Voy a leer un pequeño texto de Dogen que corresponde al “Ju undo shiki”: las reglas del templo.
Entre estas paredes, entre estas montañas practican hombres y mujeres. Esta práctica es el verdadero tesoro del templo, del lugar. La presencia de estos hombres y mujeres dedicados a practicar la vía de Buda, es lo que hace de la sangha uno de los tres tesoros del budismo. Las reglas del templo, las recomendaciones, están hechas para evitar que el templo deje de ser un templo, para que no se convierta en un lugar de mercaderes.
Dogen dice al respecto en la segunda regla: “Todos los monjes/as de este dojo, es decir, todos los practicantes, deben hacer todo lo posible por vivir en armonía los unos con los otros, como la leche se mezcla con el agua, y junto a los demás deben intentar abrir sus ojos a la sabiduría más alta.
Vuestra posición de discípulo se volverá más tarde la de maestro, y es parecido al Buda y a los patriarcas, por esa razón se dice que aquí, estáis en posición de encontrar un amigo difícil de encontrar y hacer cosas ordinariamente difíciles de hacer.
Procurad siempre no tener más que un sólo objetivo y seréis entonces parecidos a los budas y a los patriarcas, ligados en unidad con su cuerpo y con su espíritu. Vosotros habitáis con las nubes y con el agua viva, tened cuidado de vosotros mismos en la práctica de la vía. Por todo esto, tendréis una gran deuda de gratitud respecto a los otros monjes, ellos serán compañeros eternos en la práctica de la vía”.
Encontrar amigos que ordinariamente son difíciles de encontrar y hacer cosas que ordinariamente son difíciles de hacer.
Los vínculos que unen a la sangha están más allá de nuestra condición humana. Estos vínculos son eternos, se crean y se refuerzan a partir de que cada uno tome cuidado de su camino, pero a partir de ahí, actuad con los otros, es decir, traspasad en un instante las limitaciones de vuestro pequeño ego, de vuestras inercias.
Las reglas del templo son diferentes de las reglas de la vida social, pero aquí se pueden hacer cosas ordinariamente difíciles de hacer, y encontrar amigos ordinariamente difíciles de encontrar.
No son nuestras relaciones mundanas, que también existen y es normal que existan, donde debemos apoyarnos. No son nuestras relaciones mundanas las que hacen que la sangha crezca y se consolide, sino estrictamente la profundidad y la entrega en la práctica. Los vínculos que consolidan la sangha son vínculos espirituales, sutiles y no manipulables por nadie, no manipulables por el ego.
Tomad cuidado de vosotros mismos en este camino.
Pedro Taiho Secorún