“Si alguien pregunta qué es el zen,
no es necesario decir nada para explicarlo.
Mostrad todos los aspectos de vuestras postura.
Entonces el viento de primavera soplará y hará que se abra la maravillosa flor del ciruelo”.
Daichi-Sokei (1290-1366)
Es importante comprender los diferentes aspectos de la postura de zazen para evitar que la inmovilidad nos lleve a una rigidez física contraria a la fisiología natural. Buscamos el equilibrio y el mantenimiento de la verticalidad sin tensión.
Debemos sentarnos en mitad del zafu (cojín redondo en el cual la altura y grosor dependen de la flexibilidad de cada persona), apoyados sobre los isquiones de manera que el cojín se estabilice por el contacto de las rodillas con el suelo.
La posición de las piernas puede ser de loto o semi-loto. La posición y altura correcta del cojín permiten que la columna vertebral se estire en dirección al cielo sin crear tensiones dorsales o intervertebrales. La cabeza sigue esta línea vertical, entrando la barbilla y estirando la nuca de una forma natural. Los hombros, la caja torácica y el abdomen están relajados para permitir una respiración fluida y sin esfuerzo. Los ojos están semicerrados y la mirada descansa delante y en el suelo formando un ángulo de 45 grados. Apoyamos las muñecas encima de los muslos, colocando la mano izquierda encima de la mano derecha con las palmas mirando hacia arriba. Los pulgares están en contacto como una prolongación de uno hacia el otro, simplemente tocándose, sin presionar. Al mismo tiempo el extremo de las manos está en contacto con el abdomen.
Durante zazen la atención debe mantenerse vigilante sobre cada detalle de la postura y también sobre la respiración. Con esta actitud se produce la unión de cuerpo y mente. Los pensamientos dejan de encadenarse los unos con los otros. Aparecen porque es su naturaleza pero si la atención se mantiene en la postura desaparecen sin dejar huella. De forma natural e inconsciente la voluntad personal del ego deja de intervenir. Se trata de establecerse en el instante presente.
Uno mismo no puede ver su propia postura y al mismo tiempo es fácil crearse ilusiones sobre la propia práctica, por lo que se recomienda la práctica en un dojo (el lugar de la Vía) y siguiendo los consejos de un practicante antiguo.