“Si se quiere de una vez por todas reglar, comprender, el gran asunto de la vida y de la muerte antes que nada debemos suscitar el supremo espíritu del despertar, el espíritu de Buda.
El espíritu del despertar es el espíritu que contempla la impermanencia. ¿Acaso hay que explicar que todo lo que vive entre el cielo y la tierra, y que recibe las energías de uno y de otro acaba por volver a la vacuidad?».
Son las primeras líneas de un texto de Daishi e interpela directamente a cada uno de nosotros. En el budismo zen, ¿qué hay detrás de estas palabras? Hay el ideal del ser humano por comprender y vivir su verdadera realidad, su verdadera naturaleza. Es por eso que estamos hoy aquí y podemos hablar de ello, porque es algo importante en la vida de cada persona, porque es algo importante en la vida del planeta, porque es algo importante en la vida de la humanidad.
A Kodo Sawaki, el maestro del maestro Deshimaru, le gustaba decir que la práctica del zen es una práctica de caminar sin muletas. El ser humano busca siempre muletas en que apoyarse y son muletas que a menudo acaban en ismos: nacionalismo, capitalismo, marxismo, cristianismo, islamismo, budismo, etc., pero más allá de todo esto debemos encontrar nuestra verdadera razón de existir, debemos encontrar nuestra verdadera manera de vivir, es decir, producir, suscitar, el espíritu del despertar, el espíritu de Buda. Para coger un teleférico hay que tener una fuerte determinación, a los seres humanos nos gusta enredarnos por caminos angostos y complicados. Esa determinación y esa claridad podemos encontrarla a través de la práctica del zen, actualizarla, reforzarla, a partir de momento a momento.
Traer la plena conciencia de nuestro cuerpo y nuestra mente al momento presente.
Pedro Taiho Secorún.