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Zazen y vida cotidiana: no hay dualidad

Cuando zazen es exactamente un acto de despojamiento y  nuestra práctica es una entrega, una ofrenda, entonces podemos hablar de que la postura de zazen engloba todas las posturas y podemos comprender naturalmente que zazen y vida cotidiana no son cosas separadas. La propia manera de plantear el tema como una confrontación, una dualidad, es una ilusión de nuestra mente. Si es el ego quien se pone el kimono, si son nuestras inercias quienes dirigen nuestra práctica entonces la postura de zazen no puede englobar nada, nada de nuestra vida cotidiana o no cotidiana, la botella está llena, la mano está cerrada sobre un puñado de arena. Debemos abrir la mano para que la arena de la playa pueda correr entre los dedos, vaciar la botella para que pueda volver a llenarse.

Hay un poema de Daishi cuyo título es “Escrito por azar en la montaña”:

“El hombre de la ermita sale hacia el exterior,
las condiciones de la tranquilidad deben ser observadas en un lugar ruidoso,
la verdadera persona que busca la Vía no permanece siempre más allá de las nubes,
si somos mushin, cada lugar es una montaña.”

Mushin es el espíritu vacío, cuando todas las cortezas del ego y el apego  caen, mushin se manifiesta, entonces podemos hablar de que la postura de zazen engloba cualquier postura ¿Con qué espíritu practicamos? ¿Con qué espíritu nos arrepentimos?¿Con qué espíritu vivimos?
A veces es el ego el que nos lleva hacia el dharma incluso a partir de sus ilusiones. Podemos pensar por ejemplo que voy a hacer zazen porque  me va a ir muy bien para encontrar trabajo, o para la salud  o que voy a despertar a una grandísima experiencia, pero tarde o temprano debemos dejar espacio a mushin, el espíritu vacío, debemos dejar caer todo, zazen es un acto de completo despojamiento. Entonces simplemente sentarse lo engloba todo, el universo entero aquí y ahora en la punta de nuestra nariz. Observamos los juegos de nuestra mente, observamos los movimientos de nuestras inercias, pero entreguémonos completamente a la postura, entreguémonos completamente a buda. Desde ahí cada lugar es el lugar de la Vía, cada situación, puede ser la manifestación de  la tranquilidad en medio del ruido, y podemos observar el ruido a partir de la tranquilidad.
Mushin, el espíritu vacío, es el espíritu que no se apega, que no juega, que no tontea.
Mushin lo engloba todo.

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Si nuestro cuerpo-mente no reposa sobre nada, el cuerpo-mente de buda aparece, mushin, el espíritu vacío, el cuerpo vacío, la mente vacía, la conciencia vacía. En el silencio de zazen encontramos la dimensión más alta de nuestro ser, encontramos la inmensidad del ser, es lo que llamamos buda.
Simplemente sentarse no es simplemente sentarse y sin embargo es simplemente sentarse.

El ShuShoJi dice: “Nuestra expresión de la gratitud se encuentra en nuestra práctica cotidiana del camino de buda, nuestra práctica se convierte en una ofrenda, en parte de nosotros. Practiquemos sin olvidar la vida de todos los días y sin estar absorbidos por nosotros mismos.”

Cuando decimos que zazen nos vuelve íntimos con nosotros mismos, cuando hablamos de nuestro verdadero ser, de la naturaleza de buda que todos somos, estamos hablando de la naturaleza real del ser humano, de su naturaleza sagrada o si lo preferís, divina. Practicar sin olvidar la vida de todos los días es actualizar nuestra vida a cada momento, la naturaleza de buda, el momento del despertar, una práctica que no tiene final, una actitud que no tiene límites, una gratitud que no tiene etapas.

(Suena un teléfono móvil) 
Cortad las inercias, abandonad el ego, al final hay que decir cosas concretas: apagad los móviles, poned atención cuando venís al dojo. Ayer dije que intentáramos  hablar poco y, si hacía falta, en voz baja, esta mañana, excitados por los sueños de la noche, por las inercias, todo el mundo hablaba antes de ir al dojo.

Hablamos de Buda, de mushin, pero todo esto hay que traducirlo  en nuestra vida cotidiana, en nuestros pequeños gestos, es aquí donde se realiza la Vía de Buda. Volved a la atención, volved a mushin, no pongamos nada por en medio.

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Cuando Bodhidharma fue a China y tuvo el célebre encuentro con el emperador que le preguntó  sobre budismo, Bodhidharma le respondió algo tan simple como “Haz el bien, evita que el mal aparezca y apacigua tu corazón”. El emperador que tenía muchas expectativas sobre este monje que venía de tan lejos se quedó algo decepcionado: “¿Esto es todo? Te estoy preguntando sobre el secreto del budismo”. Bodhidharma responde que no hay ningún secreto y  después Bodhidharma desaparece, se refugia en la montaña y la historia cuenta que estuvo nueve años ante la pared practicando zazen. ¿Esto es todo? pregunta el emperador ¿simplemente sentarse? ¿simplemente hacer el bien?
Los seres humanos  creamos grandes expectativas, grandes ideas, también sobre el budismo, sobre el zen y cuando la respuesta no concuerda con ellas no la queremos aceptar. Pero zazen es despojarse de  las expectativas y  las ideas preconcebidas  y abrirnos a la realidad inconmensurable de la vida.

A la vuelta de Dogen de China ocurre algo similar, la gente le pregunta algo parecido ¿Qué traes de China? ¿Cuál es el secreto del budismo allí?
Dogen responde: “Los ojos horizontales, la nariz vertical”. Ayer se expresó la palabra “conectarse”, es una palabra moderna, comprensible. Kodo Sawaki decía que zazen era conectarse al universo. Esta conexión es algo que se actualiza a cada momento, no es algo como enchufar una manguera, abrir el grifo y que salga agua. La gota de agua siempre ha estado en el océano, siempre conectada.
Conectarse al universo, a nuestra verdadera naturaleza original, es la práctica que se actualiza a cada momento, aquí y ahora, en el dojo, en la sesshin, en el trabajo, en las pequeñas cosas.

¿Esto es todo? pregunta la gente. Simplemente sentarse, simplemente hacer gassho, saludar.  Debemos comprender que este simplemente lo engloba todo, todo lo abraza, si nuestro espíritu es mushin, sin atributos, sin apegos, la montaña silenciosa aparece en cualquier lugar. El espíritu de buda lo abraza y lo ilumina todo. La dimensión más alta de nuestra existencia es una manera de hablar, es nuestra verdadera dimensión, siempre ha estado allí y como seres humanos debemos hacerla real, que se manifieste, que la flor se abra a cada momento. ¿Esto es todo? pregunta el emperador. En nuestra práctica de zazen está todo, en nuestro caminar está todo. Cuando hacemos sampai, cuando nos prosternamos, cuando hacemos zazen, debemos tener plena conciencia de nuestros actos, de nuestras palabras. Es un camino infinito, aquí y ahora está todo. Esto es todo.

Pedro Taiho Secorún.